Unas piezas de haya magníficas



…”Por aquellas fechas (1928-1929), frecuentaba la Magdalena un muchacho fuertón, tan curtido por el sol, que parecía un negro. Era tan amante de la playa, que pasaba en ella días y a veces noches. Le llamábamos “el Elefante”. Tendría dos o tres años más que yo, era carpintero, hijo de un ebanista que tenía el taller a la derecha de la carretera que baja de Miranda a los Pinares del Sardinero. Este ebanista fué quien construyó toda la parte noble, en madera, de esa maravilla de chalét del más puro estilo montañés, que fue la casa de los Pardo, hoy de Botín, en la Avenida de Reina Victoria.  Este artesano, vivía en una casita dentro de la finca, y se llamaba Santiago, como su hijo.  Fue el hijo de este señor, que hacía cosas de carpintería en el taller de su padre, a quién le hice el encargo de seis palas en bruto, del tamaño de la diseñada y recortada en papel, que me sacó de unas piezas de haya magníficas.  No recuerdo lo que me costaron. Las afiné con lima, cristal y lija, y le vendí dos, por el precio que correspondía a la madera, a mi amigo y compañero Ramón Gancedo”…




Mariano, su esposa y su hijo Marianín, en la playa de la Magdalena. Año 1942





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